La vida es una película en la que tú eliges si ser el protagonista o un mero espectador.

Cartagena de Indias

Esa mañana nos despertamos muy temprano, a pesar de haber mal dormido escasas horas, pues habíamos vuelto exhaustos de la «Party Chiva» sobre las 2.30h de la madrugada y un par de horas después nos despertó el escándalo montado por los típicos niñatos extranjeros de esos que no saben beber y que dan vergüenza ajena. Pasado ese «incidente», conciliamos el sueño hasta que el calor nos despertó y nos obligó a levantarnos. Desayunamos y preparamos las mochilas, pues nuestra estancia en The Dreamer Hostel, llegaba a su fin. Puntualmente, llegó el transporte que nos llevaría al hostel contratado en Cartagena de Indias (un servicio que se llama «hostel to hostel», que no es mucho más caro que ir en bus y luego tomar taxi pero sí mucho más cómodo, pues evitamos el andar cargando las mochilas innecesariamente).
Algo que siempre hay que tener en cuenta son los omnipresentes atascos. Llegamos pasada la hora de comer, sin haber comido y sin haber podido comer en la buseta, pues parecía más una atracción que un carro: constantes frenazos, acelerones, curvas a toda velocidad,… Íbamos un poco mareados.

Cartagena by night
Optamos por alojamos en el centro histórico de Cartagena porque nos pareció más interesante, por el poco tiempo que íbamos a estar ahí. Nos alojamos en el hostel Makako Chill Out (del cual os comentaremos nuestra opinión al final del post). Dejamos las mochilas y nos fuimos a pasear para ubicarnos un poco en la nueva ciudad. Primero fuimos a buscar una lavandería, nos habían dicho que había una a la afueras de la muralla y necesitábamos lavar con cierta urgencia la apestosa ropa que habíamos traído de Ciudad Perdida. De camino, pasamos por delante de un touroperador y preguntamos precios de varios tours, todos ellos más económicos que en el hostel. Nos decidimos por el del volcán Totumo para el día siguiente y continuamos el paseo.
Nos habían recomendado un par de sitios para cenar y nos decidimos por el restaurante «D’Alex», donde comimos un riquísimo «viejo en hamaca» (banano con carne mechada, queso, aguacate y algo más que no recordamos)… De lejos, lo mejor que hemos comido en Colombia hasta el momento. Una de las personas que trabaja ahí se llama José (Pepe) y es historiador, hace tours por su ciudad explicando cosas tan curiosas e interesantes como el significado que tenían el número de tornillos en las puertas de madera y la forma de las aldabas. Después de cenar paseamos un poco por la Cartagena de noche, llena de gente, luces, colores,… Mágica. Por primera vez fuimos a pasear sin cámara y sin mochilas, disfrutando minuto a minuto de cada paso. Cartagena, por la noche, tiene algo que enamora.
Volcán del Totumo y Cartagena de día
Llegamos puntuales donde habíamos contratado el tour y ya nos estaban esperando… asombroso. Esa empresa nos pareció muy seria y profesional, hasta se molestaron un poco porque la última pareja que fuimos a recoger aún no estaba preparada a la hora en punto. La guía, Eilyn, nos dio unas cuantas explicaciones sobre el volcán de lodo al que íbamos y en el que podríamos darnos un relajante y sorprendente baño, optar por un masaje y solicitar que nos hicieran fotos (ambos con coste adicional que se paga directamente a la persona que ha prestado el servicio). Después iríamos a la ciénaga a sacarnos el lodo, donde también podríamos solicitar ayuda, obviamente con coste adicional.
En el cráter del Volcán del Totumo
 No era un día muy soleado ni excesivamente caluroso. Llegamos a la base del volcán, nos quedamos en bañador y subimos los 20 metros hasta el cráter por las empinadas escaleras de madera. Nos metimos poco a poco en el lodo, experimentando una sensación extraña. Nos habían dicho que tenía una profundidad de unos 1500 metros, aproximadamente. Nos cuesta definir la experiencia. No flotas, pero tampoco te hundes, hasta puedes ponerte totalmente vertical y el lodo te llega hasta el pecho. Nos hicieron un masaje muy agradable (aunque sin preguntar primero) y nos quedamos un rato chapoteando como niños chicos. Genial.
Al salir del cráter, hay un señor que te manosea de arriba abajo para intentar sacar el máximo de lodo, ¿por qué? Pues porque las escaleras para bajar son todo un desafío: empinadas, resbaladizas ¡y uno embadurnado completamente de una sustancia resbaladiza!. Gran riesgo de partirse la crisma. Llegamos a la ciénaga y nos empezamos a meter en la templada agua. Las señoras más que ofrecerse a ayudar, se imponen. Entendemos que sea su forma de ganarse la vida, pero no vamos sobrados de dinero y nos es imposible contratarlo todo con la simple intención de ayudar. Fuimos rotundos (que no groseros) en nuestra respuesta y ya no nos volvieron a insistir. Siendo dos fue mucho más fácil sacarnos el lodo… aunque días después seguíamos encontrando restos en el pelo y las orejas.
Nos cambiamos de ropa y compramos un agua de coco de camino al restaurante donde nos llevaron a comer. Éste se encontraba a pie de playa, en Manzanillo del Mar, y comimos mirando al mar. Comida excelente y vistas espectaculares. .. ¿qué más se puede pedir? Luego fuimos a pasear por la orilla, cogidos de la mano, como en una película romanticona (poco nos faltó para ponernos a correr en cámara lenta). De repente, encontramos unos borricos, ahí en medio de la playa, bueno en realidad estaban a la sombra de un toldo, Sorprendente.
Antes de llegar al transporte que nos devolvería al hostel, encontramos un señor vendiendo mango (verde, no maduro) con sal, pimienta y limón. ¡Riquísimo!
En el hostel aprovechamos para lavar a mano algo de ropa, no mucha por miedo a que no se secara y porque no había mucho espacio en las cuerdas que había.
Plaza de los coches, Cartagena
Como aún había luz, salimos a pasear, esta vez con la cámara. En la Catedral nos fijamos que había una entrada (con audioguía) que integraba Catedral, convento de San Agustín y castillo de San Felipe. Después de dudar un poco por el precio y que la chica nos convenciera ofreciéndonos la entrada de «estudiante», la compramos. Primero vimos la Catedral y después el convento. Nos pareció muy interesante que la audioguía contara cuestiones relativas a lo que se veía (altar, capillas, etc.) pero también que explicara con bastante detalle la historia de la ciudad, de forma amena y entendible. Con ello, nos dimos cuenta de la importancia que tuvo Cartagena en la historia de España y nos transportamos a un mundo de piratas y saqueos. Entretenido e instructivo.
Seguimos paseando por las calles, observando la arquitectura tan característica de la ciudad cuando, de repente, se cayó la cámara reflex. No conseguimos explicar cómo, pues estaba bien sujeta y, de hecho, es difícil separarla de la cinta a la que se une. A partir de ahí, nos quedamos sin cámaras ya que la compacta también había decidido prestar solo servicios mínimos. Después del shock inicial, continuamos el recorrido, enamorándonos también de la Cartagena de día.
Castillo… Castillo de San Felipe
Tomamos un taxi desde el hostel ya que nos habían dicho que debíamos pasar por una zona de la ciudad, fuera de las murallas, que era algo conflictiva. Le dijimos al taxista que nos llevara «al castillo». El recorrido duró bastante, fuimos bordeando el mar y llegamos a Bocagrande, la zona más turística de playas. El taxista nos preguntó si nos iba bien que nos dejara por esa zona… a lo que nos miramos los dos sin entender nada y le repetimos que íbamos al Castillo… de San Felipe. Resulta que hay una playa que se llama «Castillo» (ya que antiguamente había 3 castillos en Cartagena, uno de ellos situado allá… pero del que ya no queda ni una sola piedra) y lo otro es «el castillo de San Felipe de Barajas«. Nos llevó hasta donde era sin intentar siquiera cobrarnos un peso de más.
El Castillo Antiguo, la primera edificación de la fortaleza
Ese día sí que hacía un sol de justicia. Es una fortaleza enorme, edificada con la última tecnología defensiva de la época. Desde aquí se defendió Cartagena contra los piratas y corsarios franceses e ingleses. Quizás el episodio más interesante fue la victoria de Blas de Lezo (alias mediohombre) contra los corsarios ingleses comandados por Vernon en el sitio de Cartagena en 1741. Estuvimos 3 horas y que no terminamos de ver (ni de escuchar la audioguía por completo). Íbamos con el tiempo justo, pues debíamos coger un bus hacia Medellín y antes teníamos que comer y pasar por el hostel a recoger las mochilas.
Decidimos comer en uno de los restaurantes que están frente al Castillo. No fue buena idea. Nos dieron una bandeja (carne de res, arroz, ensalada y fríjoles) y para beber aguapanela. El calor sofocante nos empujó a beber el aguapanela casi del tirón, ya que estaba helada y nos sació bastante. Volvimos andando al hostel porque no estaba muy lejos y, por lo que comprobamos a la ida (para nuestro gran asombro), el barrio conflictivo era donde habíamos estado dos noches antes buscando la lavandería y contratando el tour.
Al llegar al hostel, notamos casi de inmediato, los efectos de la bebida, para nosotros exótica. Nos turnamos para ir al baño, e incluso repetimos. Mejor no entrar en detalles, pero eso nos marcó los siguientes días.
Nos fuimos en taxi a la terminal de buses para irnos a Medellín. Y ahí nos despedimos de Cartagena, esa preciosa y mágica ciudad.
¿Cuándo fuimos?: Mediados de mayo de 2012

Servicio «hostel to hostel»:
– Desde el hostel The Dreamer en Santa Marta al hostel Makako Chill Out en Cartagena de Indias: 42.000COP persona
El hostel Makako no nos parece especialmente recomendable, por varios motivos:
– Solicitamos precio para lavar la ropa y no nos dijeron nada objetivo (precio por volumen, por kilo, etc.), sino «tenemos que verlo», se lo mostramos y claramente quisieron cobrarnos de más (empezamos a identificar ese tipo de caras) y nos dijeron que 20.000COP (un par de kilos de ropa!! En el otro hostel eran 4.000COP/kilo y en la lavandería que encontramos más tarde en unas calles más abajo eran 3.500COP/kilo);
– Las habitaciones son de 6 personas y sólo se pone el aire acondicionado de 20h a 10h. Lo que no estaría mal si lo pusieran a una temperatura razonable, pues terminamos completamente congelados, tapados con la sábana que había y las toallas de ducha de microfibra (os informamos que no abrigan mucho).
– Hay solo 2 baños (uno de ellos sin tapa… muy pensado para la comodidad femenina) para todos los huéspedes y personal.
– Se puede usar la cocina, pero no siempre está limpia, la mayoría de ocasiones había restos de comida con hormigas. Es cierto que es responsabilidad de los huéspedes, pero había una persona del hostel encargada de la limpieza que quizá habría podido echar una mano en lugar de estar sentada mirando al infinito.
– Algo que nos pareció muy mal, lo peor junto con el primer punto, es que no les funcionaba el wi-fi. Era algo temporal y, lo más probable, también excepcional, pero un único ordenador para 14 personas… no es una buena solución. Teníamos que concretar el alojamiento en Medellín y, para eso, era indispensable tener acceso a internet. El colmo fue que el último día, que necesitábamos mirar la dirección de donde nos alojaríamos posteriormente, llegamos de nuestro paseo y encontramos un cartel pegado en el ordenador que informaba que no funcionaba ni wi-fi ni el ordenador… Pero ofrecían una solución: ir al otro hostel que tienen una calle más abajo para usar internet… y wi-fi, ¡el colmo! ¿No lo podrían haber dicho antes? Nosotros les dijimos que teníamos que buscar una dirección y que el ordenador estaba siempre ocupado y pareció como si no fuera con ellos. Cuando uno está viajando, uno de los puntos importantes es el acceso a Internet y, a veces, es lo que determina que elijas un hostel y no otro.
Restaurante D’Alex y Armando:
– Dir.: Calle 2ªde Badillo, frente al Parque Fernández Madrid
– T.: 312 6291426
– Precio «viejo en hamaca»: 15.000COP
Touroperador «volcán Totumo» (no recordamos el nombre exacto de la agencia):
– Dir.: Calle Media Luna (desde el centro, queda a mano izquierda y pasado el Café Havana -que queda a mano derecha-)
– Tour Volcán Totumo: 40.000COP/persona (incluye transporte, baño en el volcán y comida en restaurante)
Entrada conjunta + audioguías: Catedral, Convento de San Agustín y Castillo de San Felipe
– Es un papel y lo van sellando allá donde entras.
– 30.000COP persona (precio estudiante)

Mas sobre Colombia

Comparte

Facebook
Twitter
Email
WhatsApp

Entradas relacionadas

¿Te atreves a sonreír?

Uno de los cambios más importantes que notamos al empezar a viajar es que dejamos de caminar aislados y alejados del presente, del aquí y

Leer Más >>

Hoy duermes en el sofá

Vaya frasecita, ¿no? ¿Quién no la asocia a una discusión de pareja? Bueno, no a una discusión cualquiera, sino a una discusión monumental. Aparentemente, no

Leer Más >>

Rosario

Al haber pasado más tiempo del previsto inicialmente en Córdoba, tuvimos que acelerar un poco el ritmo del viaje, así que hicimos una visita rápida

Leer Más >>

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *