Nuestra llegada
Después de 13 horas en un autobús con gente roncando, vomitando… por fin llegamos a Medellín desde Cartagena de Indias. Fue largo, pero mucho mejor que el anterior de largo recorrido (de Tunja a Santa Marta). En estos viajes largos hay que aprovechar el tiempo, por ejemplo, escribiendo un post.
Llegamos muy temprano a Medellín, a la terminal norte (esta ciudad es tan grande que tiene dos terminales que no están nada cerca). Nos subimos al metro como sardinas en lata y luego cogimos un bus que nos dejó cerca de donde nos alojaríamos. Nos sorprendió la amabilidad de la gente en el metro: nadie habla a gritos (ni entre ellos ni por el móvil), los que entran ceden el paso a los que salen, piden permiso para pasar, ceden el asiento a la gente mayor,… En fin, todo un contraste con la gente que dejábamos atrás. Más tarde nos explicaron que es un fenómeno que sólo se da en ese medio de transporte, la llamada «cultura metro». Nos parece que de todos modos son más educados, por lo general, pues incluso cuando bajamos del bus, preguntamos a un par de personas cómo llegar a la dirección exacta y hasta se ofrecieron a llamar a nuestro contacto. Todo un detalle que nos emocionó enormemente.
Nos juntamos con nuestro couchsurfer, en su casa, donde dejamos las mochilas y, más tarde, nos fuimos juntos a comer una bandeja paisa riquísima. Después nos llevó a un centro comercial para averiguar si arreglaban objetivos de cámaras. Encontramos un centro de recuperación donde lo dejamos y nos esperanzaron con el precio, pues si era posible arreglarlo nos ahorraríamos bastante dinero.
Luego nos dejó en carrera 43A («la milla de oro»), una calle que está llena de tiendas y por la que parecía agradable pasear. Como no teníamos intención de comprar nada y seguíamos «descompuestos», preferimos asentarnos en algún lugar con acceso a Internet y dar señales de vida a la familia. Nos metimos en un McDonald’s, que nada tiene que ver con los de España en relación a los precios. Es carísimo. Alguien nos había contado que comer en restaurantes es tan barato que cuando esa gran empresa se instaló tuvo pérdidas, pues resultaba más cara que el resto, así que decidió cambiar de clientes y se enfocó en un más alto poder adquisitivo. Curioso.
Cuando estábamos ya cansados de estar ahí, tomamos una buseta hasta nuestro hogar temporal.
Parque Arví – Piedras Blancas
Decidimos tomarnos el día con calma para darle tiempo al cuerpo a que mejorara. Cogimos el bus hasta el metro y pasamos al «metrocable» (tipo teleférico) hasta Santo Domingo. En la ascención se pueden distinguir unas casas pobres… de otras más pobres. En Santo Domingo hay una biblioteca enorme, llamada «España», y que destaca ostensiblemente por encima del resto. La inauguraron los reyes de España y la intención era que propulsara económicamente ese sector de la ciudad, tan afectado por la violencia y las drogas. Durante un tiempo surtió efecto, aunque en el presente, nos contaron, está retrocediendo lo avanzado.
De ahí tomamos otro metrocable, hasta llegar a Arví. En ese trayecto se puede observar la otra Medellín, esa que no usa maquillaje y que más que pobreza irradia miseria. Seguíamos ascendiendo en el «cable», en silencio, intentando asimilar la realidad que se nos presentaba delante y que dejaba vacía de contenido a la buena educación y la «cultura metro». No estábamos preparados para ese contraste. Casas construidas con trozos de materiales reciclados (maderas, plásticos,…) en cualquier sitio, que parece que con un soplido desaparecerán. Es el efecto de los desplazamientos, es decir, gente del campo con escasísimos recursos económicos que se trasladan a la ciudad por miedo a la violencia en sus lugares de origen.
Llegamos con cierto malestar emocional hasta nuestro destino. Después de un rato y haciendo un esfuerzo por no dejarnos arrastrar por ese tipo de realildades, con las que lamentablemente seguro nos volveremos a encontrar en nuestro viaje, continuamos con nuestros planes de visitar Piedras Blancas. Habíamos leído que podíamos ir andando, pero en la entrada nos aconsejaron que no lo hiciéramos ya que la carretera era solitaria y no muy segura. Había dos opciones: ir en bus (1.000COP) o en chiva (gratuito). Obviamente, elegimos el segundo. Tuvimos que esperar bastante rato antes de llegar a Piedras blancas.
Conocimos a un coreano que no hablaba ni una palabra de español, así que le ofrecimos compartir el paseo, aunque breve pues él tenía que irse antes porque tenía que ir al aeropuerto. Empezamos a andar, siguiendo un mapa que nos facilitaron, y decidimos comer en el mirador, ahí nos separamos. Estábamos solos, con la única compañía del cantar de los pájaros y el revoloteo de las mariposas, frente a un lago rodeado de árboles y plantas hermosas. Un entorno ideal para la desconexión.
De relax en Parque Arví – Piedras Blancas |
Continuamos el paseo con intención de seguir alguno de los senderos que indicaba el mapa y de los que nos habían comentado en la entrada… pero nos dijeron que no existían. El parque es un lugar pequeño aunque perfecto para ir en familia o si se quieren contratar los servicios y actividades que ofrecen (insectario, mariposario, tirolina, barcas, etc.). Tienen restaurante y zona de camping. A pesar de todo, debemos reconocer que nos gustó.
Luego, regresamos a «casa» y preparamos la cena para los cuatro, aunque nuestra anfitriona se durmió y no cenó, y nosotros cogimos un pase VIP para el baño.
Parque Explora
Fuimos con intención de visitar el Parque Explora, que es una especie de parque científico, y especialmente una exposición sobre los Mayas. En cuanto llegamos y antes de entrar allá, dimos un breve paseo por la zona y decidimos comer en unas mesitas que estaban a la sombra, frente al Palacio de la música. Después entramos en el Parque, donde hay réplicas de dinosaurios y varios «juegos» para experimentar la ciencia, así como un magnífico acuario. Nos encantó. De hecho, nos gustó tanto que llegó la hora de cierre y aún no habíamos terminado… ni siquiera nos dio tiempo de entrar a la exposición. Disfrutamos como niños pequeños.
Cuando decidimos regresar, optamos por ir caminando hasta la otra parada de metro y así ver un poco la calle principal. No fue muy buena idea, aunque por suerte aún no había oscurecido y, justo al llegar al metro, había una especie de mercadillo de cosas de segunda mano vigilado por varios policías que pedían documentación a todo el que pasaba cerca.
Parque Berrío y Plaza Botero (I)
Nos pasamos casi todo el día en el centro comercial Monterrey, pues no tuvimos éxito con el objetivo de la cámara y no pudo ser reparado pero, para compensar, encontramos una tienda donde nos dijeron que podían tener uno para el día siguiente. La chica que nos atendió, muy bonita ella, casi tanto como poco espavilada, nos dijo que tenía que preguntarle el precio al proveedor y que le había mandado un mensaje por Blackberry, así que tocaba esperar la respuesta. Pasado un rato de espera, impacientes, decidimos ir a comer y regresar después. Lo encargamos al mismo precio que nos hubiera costado en España.
Felices por haber solucionado ese tema, nos fuimos a dar un paseo al Parque Berrío, donde hay esculturas de Botero. Nos encantó nada más bajar del metro, ver desde lo alto de la estación un mar de
Hombre a caballo de Botero y edificio Rafael Uribe Uribe |
colores y un bullicio de gente que se amontonaba en la plaza, vendiendo frutas, dulces,… Simplemente, genial. Dimos un breve paseo hasta el parque, contagiados de la energía que nos rodeaba, y luego entramos en un hermoso edificio llamado Rafael Uribe Uribe (apellido muy común en esta zona y no todos familiares del expresidente). En él había una exposición de pintura y otra de fotografías antiguas de la ciudad.
Después caminamos hasta el Museo de Arte Moderno, donde habíamos quedado con nuestro anfitrión para tomar algo. Terminamos de decidir nuestros planes a corto plazo y fuimos a comer una riquísima pizza y compartir interesantes conversaciones.
Parque Berrío y Plaza Botero (II)
Llegamos al mismo centro comercial que el día anterior a la hora que nos habían dicho para recoger el objetivo. La misma chica, que resulta que era la encargada, nos dijo que se había dejado la Blackberry y que no podía comunicarse con el proveedor y se puso a hacer cosas. Supusimos que era algo relacionado con nuestro tema, pero escuchando atentamente sus conversaciones telefónicas nos dimos cuenta que, para ella, lo nuestro era ya pasado. Nos fuimos a comer una jugosa hamburguesa para hacer tiempo y por fin conseguimos nuestro objetivo: un objetivo.
De ahí volvimos, felices y emocionados, al Parque Berrío, esta vez para tomar fotos del lugar con una buena cámara y no sólo fotos testimoniales.
Después fuimos a comprar algo para preparar la cena a nuestros anfitriones, para agradecer su hospitalidad, y pasar juntos la última noche en su casa, pues al día siguiente retomábamos nuestro camino.
¿Cuándo fuimos?: Cuarta semana de mayo de 2012
Bus de Cartagena a Medellín (terminal de norte):
– 13 horas
– 118.000COP persona
Transporte:
– Metro: 1.500COP
– Bus: 1.500COP
– Integrado (metro+bus): 2.200COP
– Metrocable a Arví: 3.500COP
Parque Piedras Blancas:
– Entrada: 4.000COP
– Buseta: 1.000COP
Parque Explora:
– Entrada: 18.000COP
Mas sobre Colombia