La vida es una película en la que tú eliges si ser el protagonista o un mero espectador.

São Luis – Jericoacoara

Viajamos toda la noche en bus (hay que reconocer que los buses son muy cómodos). Cuando llegamos a São Luis no teníamos idea de a dónde ir, así que decidimos tomar un bus hasta el centro y ahí buscar alojamiento. La terminal está bastante alejada, tanto que parecía que salíamos de la ciudad.
Llegamos al centro y buscamos una oficina de información turística. Nuestro mayor interés era ir a los Lençois Maranhenses, un parque nacional de dunas blancas y lagunas de aguas azules. Es un desierto que se «inunda» en época de lluvias, formando un precioso paisaje de dunas y lagunas… o eso es lo que nos pareció en las fotografías. En las agencias seguían vendiendo los tours aunque nos avisaron que no había tanta agua como en las fotografías. Los tours sobrepasan los 200R/persona, así que debíamos pensar bien si contratarlo o no, pagar tanto dinero para ver unas dunas… En fin, decidimos primero ir a buscar alojamiento para dejar las mochilas. Oscar había estado buscando y, aunque no había una gran variedad, algo encontró. Elegimos dónde pasar la noche, en esta ocasión en dormitorios compartidos con más personas y, lamentablemente, separados por sexo, así que nos tocó dormir por separado (pero fue el más barato que encontramos y cumplía con nuestras exigencias de impieza).

Dormimos un ratito y luego salimos a buscar un lugar donde comer. Encontramos un lugar cerca del hostel donde vendían comida a peso, es decir, pagas según el peso de lo que te pongas en el plato,algo bastante común en Brasil. Después, dimos un paseo por la ciudad que nos pareció tan bonita como descuidada. Haciendo un gran esfuerzo de imaginación, se puede reconstruir mentalmente lo hermosa que debió ser hace mucho, mucho tiempo. Regresamos al hostel, pues ya habíamos medio decidido ir a los Lençois, pero queríamos averiguar si había una alternativa más económica a los tours (la hay, mira en la información al final del post). En la habitación, Javita conoció a una chica que estaba recogiendo para irse y le comentó que ella fue a los Lençois y que el agua le llegaba a los tobillos, no lo recomendaba; pero lo que sí recomendó fervientemente fue ir a Jericoacoara (tuvo que escribirlo porque no habíamos oído hablar de ese nombre tan raro). Con un muy buen presentimiento, decidimos cambiar los planes y averiguar cómo ir a ese lugar.
Esa noche, tomamos un bus y nos fuimos a Lagunas, donde había un concierto de varios cantantes brasileños. Aprovechamos para cenar en los puestitos de comida que había en el recinto. Nos pareció muy curioso que casi todos iban con sus sillas plegables para ver el concierto. Ah, otra nota importante es que llegamos 1 hora después de la hora inicial del concierto y recién estaban empezando los teloneros…
Al día siguiente paseamos por la ciudad, el mercado es interesante y algunos edificios son hermosos, aunque también es algo deprimente por el estado de abandono que sufren.
Jericoacoara (o «Jerí», para los amigos)
Para llegar desde São Luis a este pueblo situado al norte de Fortaleza, tardamos casi todo el día. De São Luis fuimos en bus a Camocim, que no tiene nada interesante y donde nos tocó esperar bastante tiempo. Ya era de noche, estábamos cansados de tanto autobús y lo único que queríamos era llegar a Jeri… esperábamos que realmente valiera la pena. Como llegamos tan tarde, no nos podían asegurar si podríamos encontrar un transporte hasta Jeri para entonces. En caso contrario, nos tocaría hacer noche ahí. Tuvimos suerte y, después de esperar unas horas, nos subimos en un cómodo autobús. Nos acomodamos bien y nos dormimos. Una hora después, nos despertaron porque debíamos cambiar de transporte (parece que hubo un problema de comunicación con nuestro interlocutor). Cuando bajamos, las mochilas ya estaban fuera del autobús. Nos dirijimos hacia una oficina que aún estaba abierta y esperamos, para poder subir al siguiente transporte.
Entonces apareció esa especie de «chiva colombiana», un camión sin paredes y con bancos de plástico, claramente incómodos. Prácticamente no quedaba espacio libre, entre pasajeros y equipajes (aunque las únicas mochilas grandes eran las nuestras, parece que el resto solo habían ido de paseo a la Jijoca). El asiento era muy incómodo, hacía frío porque ya era de noche y no teníamos nada de manga larga fuera de las mochilas, esa hora de trayecto se nos hizo eterna… Pero todo eso quedó eclipsado por la hermosura de la luna llena reflejada en el mar, ese mar que acariciaba las dunas. Un espectáculo único.
Por fin, llegamos a Jeri. Ya estábamos ahí y solo nos quedaba resolver un único tema, que no era nada insignificante: el alojamiento. Teníamos puesta nuestra esperanza en una chica de couchsurfing, pero no resultó, así que decidimos aceptar una de las ofertas de las personas que hacían publicidad de algunos lugares y dedicarnos a la búsqueda al día siguiente.
Dormimos a pierna suelta. Al día siguiente nos despertamos relativamente temprano para poder dejar las mochilas en el hotel mientras íbamos a buscar algún otro lugar. Recorrimos el pueblo, también poblado por burros. Literalmente. Por fin encontramos un hostel, algo apartado y caro, pero nos encantó, así que decidimos que sería el regalo de cumpleaños atrasado de Javita.
Volvimos al hotel a recoger las mochilas, nos acomodamos en el nuevo hostel y fuimos a dar una vuelta y a comprar algo para preparar la comida. Ese lugar se escapaba un poco de nuestro presupuesto, así que decidimos recortarlo preparándonos la comida en el hostel todas las veces posibles. Es muy fácil tentarse y comer fuera, pero la diferencia de precio es abismal si vas sumando cada comida.
Por la tarde, fuimos a ver la puesta de sol en la playa, algo que no puedes dejar de hacer si vas a Jeri. Queríamos subir a la enorme duna donde va toda la gente, pero no nos dio tiempo, nos quedamos embelesados contemplando las barcas amarradas en la orilla, los dibujos en la arena hechos por el agua, la gente paseando,… Increible. Cuando el sol se esconde, se forman círculos para ver cómo practican capoeira (otro espectáculo fantástico).
Practicando Capoeira en la playa
Al día siguiente, después de disfrutar como niños con el desayuno (jugos naturales, frutas, pan, bizcochos,…), nos fuimos en un tour a las lagunas Azul y Paraíso, pasando por el Árvore da Preguiça (o árbol de la pereza, es un árbol que por la acción del fuerte viento tiene su copa en el suelo, como cuando alguien con pelo largo va en moto sin casco).
Laguna Azul, con su barquito para llegar a la isla
Llegamos a la Laguna Azul, una hermosa laguna en medio del desierto que tiene, a su vez, una isla. Nuestro tour incluía llegar hasta la laguna pero nadie nos comentó que debíamos pagar un barco para llegar a la isla, donde estaban las instalaciones (hamacas, bar, etc.) y no nos apetecía pagar más. Alguien nos dijo que podíamos ir caminando porque no cubría mucho, así que ni cortos ni perezosos, Oscar levantó la mochila por encima de su cabeza y nos pusimos a caminar por el agua. Javita iba algo más atrás y ya estaba empezando a dar algunas brazadas porque no llegaba al suelo cuando vio a Oscar con el agua hasta el cuello (literalmente). De repente, vimos a un señor haciendo señas desde el barco… no somos muy buenos jugando a películas y cada uno entendía una cosa. Al final decidimos desviarnos, porque eso sí estaba claro: no íbamos por dónde debíamos. Fuimos hacia el lado y empezó a cubrirnos menos. La gente nos miraba sorprendida y nosotros, ya empapados, estábamos muy orgullosos de haberlo conseguido.
Nos tumbamos en unas hamacas que están en el agua y nos relajamos. Para el regreso, le preguntamos a una pareja si nos podían hacer el favor de llevar nuestra mochila mientras nosotros íbamos nadando de nuevo. No nos suponía mucho esfuerzo y esos reales que nos ahorrábamos. Esta vez, por el camino correcto, fue mucho más fácil.
De ahí, fuimos a la Laguna Paraíso, para muchos la más bonita. Ahí estuvimos más tiempo, aunque no nos bañamos porque había olas. Sí, olas en un lago. El viento era bastante fuerte. Algunos se atrevieron a sentarse en las hamacas que están en el agua, pero duraron más bien poco, no era muy relajante. Había otros pocos que estaban practicando kitesurf, así que estuvimos bien entretenidos.
Pedra Furada,vista al atardecer
Después de esa laguna, pasamos a la Laguna Coraçao… aunque tenía muy poca agua y su forma no era muy reconocible. Ya de regreso al pueblo, le pedimos al conductor que nos dejara por el camino, pues queríamos ir a la Pedra Furada. Nos unimos a otra pareja que también quería ir y que dedujimos sabían el camino. El paseo es muy bonito, a un lado el mar y al otro las dunas. Llegamos a esa enorme formación rocosa con un gran agujero en medio. Todos los años en agosto, un día determinado, muchas personas se reúnen frente a la roca para ver cómo el sol encaja dentro del agujero. Regresamos con cierto temor a que se nos hiciera de noche, pues no teníamos con qué alumbrarnos en caso necesario.
Al día siguiente, nos dimos cuenta que no nos quedaba dinero en efectivo. Jericoacoara es un pueblo que conserva su encanto por varios motivos, uno de ellos es el poco avance tecnológico en el que se encuentra. En casi todo el pueblo no hay internet, no tienen ni un solo cajero automático que funcione con tarjetas extranjeras (en el supermercado te dan efectivo, pero cargan un 15%) y prácticamente ningún establecimiento acepta tarjeta de crédito (y si alguno acepta, te cargan un 10% más). Así que la única opción, ya que habíamos descartado irnos ese día y además teníamos que pagar el hostel donde nos alojábamos, fue que Oscar fuera a sacar dinero del cajero más próximo, en Jijoca. Hicimos cuentas y salía más a cuenta que uno de los dos fuera, antes que sacar dinero del supermercado.
Cuando regresó, almorzamos y nos fuimos a pasear a la playa. Jeri invita al relax y a disfrutar cada segundo de la vida. Cuando el sol cayó, fuimos a los puestitos de bebidas y pedimos una caipirinha y una española… ¡riquísimos los dos! También comimos unos pinchos en los puestitos, baratos y muy ricos.
El último día en Jeri lo dejamos todo recogido y nos fuimos, de nuevo, a la Pedra Furada caminando. No somos de estar tirados asándonos al sol, preferimos pasear. Por la tarde, subimos la enorme duna que preside el pueblo y vimos el atardecer. La verdad es que es espectacular, pero había tando viento que parecía que nos estuvieran clavando miles de alfileres por todo el cuerpo, aparte de toda la arena que tragamos. Mejor verlo desde la playa.
Después, volvimos al hostel, a sacarnos la arena como pudimos (ya no estábamos alojados ahí, así que no nos pudimos duchar) y salimos de nuevo a pasear, haciendo tiempo mientras llegaba la hora de subirnos al bus hacia nuestro nuevo destino. Esta vez pedimos una piña colada y un cocoloco, ¡también riquísimos!
Y, entonces, llegó la hora de subirnos a la «chiva brasileña», rumbo a Jijoca, para luego dirigirnos hacia nuestra siguiente parada: Fortaleza.
Información que te puede interesar:

* ¿Cuándo fuimos?: Última semana de septiembre de 2012
* Bus de Belem a São Luis:
– 13 horas
– 107R/persona
* Bus de estación de onibus a centro, São Luis:
– 30-40 minutos
– 2,10R/persona
* São Luis a Lençois Maranhenses:
¡¡¡¡¡Es muy importante asegurarse si ha llovido lo suficiente como para disfrutar de ese panorama tan difícil de observar!!!!!
– Por agencia:
· Tours de 1, 2 o 3 días
· Precios: 130R/persona (tour 1 día), 210R/persona (tour 2 días)
– Por tu cuenta hasta Barreirinhas y de ahí debes contratar un transporte (para que te hagan el circuito ya que no está señalizado por dónde ir)
· Transporte privado a Barreirinhas (con recogida en hostel): 40R/persona
· Bus a Barreirinhas (tienes que ir a la terminal): 19R/persona; 4 horas.
* Viaje de São Luis a Jericoacoara:
– Bus de São Luis a Camocim: 98R/persona; 11.30h.
– Bus de Camocim a Jijoca: 10R/persona; 1h.
– «Chiva» de Jijoca a Jericoacoara: 10R/persona; 1h.
* Alojamiento en Jericoacoara:
– Pousada Cavalo Marino:
· www.cavalomarino-jeri.com.br
· 60R/habitación privada, baño privado, nevera, aire acondicionado, desayuno
– Hostel Jeri-Brasil:
· www.jeribrasil.com.br
· 75R/habitación privada, baño privado, nevera, aire acondicionado, desayuno, cocina compartida
Nos dijeron que el alojamiento es más barato si se alquilan casas, las que tienen el cartel de «Aluga-se»
* Tour Lagunas Azul y Paraíso:
– Duración: todo el día.
– Precio: 35R/persona (el precio es estándar en todas las agencias)
– Recuerda que el barco en la laguna Azul se paga: 2,5R/trayecto
Si quieres ir sólo a la Laguna Paraíso, te puedes ahorrar unos reales si no contratas tour pero negocias con el conductor del transporte que va a Jijoca. Está a medio camino, así que te pueden dejar ahí y luego recogerte: 10R/persona.
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