Desde el idílico destino de Jericoacoara, nos fuimos hasta Fortaleza. Llegamos bien temprano en la mañana, después de viajar toda la noche, y nos fuimos directamente a casa de Iarly (nuestro host) que vive en Praia do Futuro. Estábamos tan cansados que nos metimos directamente en la cama que nos prestó. Al mediodía, nos fuimos con su novia y Spark (su perro) a tomar unas cervezas a la playa.
Por la noche, ya en la casa, se nos unieron unos amigos de nuestro host y estuvimos jugando «Risk» (o «War» en Brasil) hasta tarde. Nos dieron vino brasilero, extremadamente dulce… Fue muy entretenido, y lo pasamos muy bien con ellos.
Al día siguiente acompañamos a Iarly a hacer parapente en Pacatuba. Aparcamos el coche junto a la base y subimos, a pie, hasta lo alto de una montaña. Desde ahí, pudimos ver cómo se preparaban el equipo, cogían carrerilla y se lanzaban al vacío. Estuvimos observándolos un buen rato, como danzaban en el aire, hasta que nos dimos cuenta que empezaba a atardecer y no quedaba nadie más a nuestro alrededor. Entonces, bajamos por la montaña y nos encontramos con él, tomamos unas cervezas para que se repusiera (por si no os habíais dado cuenta, en Brasil se bebe mucha cerveza).
Por la noche, de regreso a la casa, nos hizo un pequeño tour nocturno por la ciudad, para que nos orientáramos.
La india Iracema, quien da nombre a la playa |
Al día siguiente, debíamos renovar nuestro permiso en Brasil, pues después de pedirnos todos los documentos, nos sellaron sólo para 30 días. Fuimos al lugar que nos indicó Iarly, pero resultó que era en otra dirección y ya era tarde, así que decidimos hacerlo al día siguiente y aprovechar para ir a recorrer un poco la ciudad.
Puesta de sol en Fortaleza |
Estuvimos recorriendo el centro, visitando la Plaza Ferreira (quizá lo único realmente interesante), el Dragao do Mar, un importante centro cultural, pero que no pudimos visitar: estaba cerrado cuando llegamos y el Mercado Central, de donde no pudimos irnos sin comprar unas bolsas de castanhas de cajú (anacardos). Paseamos por la Praia Iracema, observando esos enormes edificios que perfilan la costa, llegamos al Ponte dos Ingleses (famoso por reunir a muchas personas para observar la caída del sol), pero como aún faltaban unos largos minutos para esa cita, decidimos seguir paseando un poco más. Llegamos hasta el siguiente puente, desde donde tomamos unas fotos. De repente, se nos acercaron un par de hombres con pintas raras y nos dijeron, mirando a todos lados, que tuviéramos cuidado con la cámara porque en ese puente roban mucho y con agresividad, en un plis sacan el cuchillo… o la pistola. Con esa información, nos fuimos disimuladamente sin más demora. Regresamos al Ponte dos Ingleses y vimos desaparecer el sol entre los edificios. Después de tan maravillosa escena, decidimos ir a tomar algo antes de regresar a la casa.
Por la noche, nos juntamos con Iarly y lo invitamos a cenar donde él eligiera para agradecerle toda su hospitalidad. Comimos un riquísimo «feijao verde» (alubias con una salsa de queso), realmente delicioso, y conversamos un poco sobre planes de futuro.
Al día siguiente, por fin y después de varias horas de espera, papeleo y pago de tasas, conseguimos solucionar el tema de nuestro permiso en Brasil. ¡Ya podíamos quedarnos 2 meses más!
Y esa misma noche nos despedimos de nuestro querido host Iarly, enormemente agradecidos por su hospitalidad, y nos fuimos a la terminal de buses ya que teníamos pasaje para… ¡Natal!
Natal – Pirangi do Norte
Nuestros planes a veces se basan más en impulsos que en otra cosa. Después de varias horas en el bus, llegamos muy temprano a Natal. Habíamos decidido pasar el día allí, para no irnos de una ciudad tan famosa sin haber visto nada, pero al final decidimos irnos directamente al siguiente destino: Pirangi do Norte. Quizás os preguntáis qué se nos había perdido en ese pueblo del que seguro muy pocas personas han oído hablar… la respuesta es que ahí se encuentra «o maior cajueiro do mundo» (es decir, el mayor árbol de cajú -de donde salen los anacardos- del mundo). A Oscar le encantan los anacardos y pensamos que sería interesante ir a ver ese árbol (esta información la encontramos, como siempre, por casualidad).
Vista de Pirangi, rumbo a las piscinas naturales |
De la terminal de Natal, averiguamos cómo llegar a Pirangi do Norte. En un bus local llegamos a ese pueblito que, por otra parte, tampoco cuenta con un abanico muy amplio de oferta hotelera. Cargados con las mochilas, bajo un sol abrasador, seguíamos en busca de un alojamiento que encajara en nuestro presupuesto cuando, por fin, lo encontramos. Negociamos el precio y nos acomodamos. Decidimos ir a pasear un poco para hacernos una idea de lo que había y así poder hacer planes. Fuimos a la playa y contratamos un tour para ir a ver unas piscinas naturales. Nos subimos en la lancha y nos dirigimos rumbo mar adentro. Llegamos a las piscinas, nos prestaron gafas y tubo y nos fuimos a hacer snorkel. No vimos muchos peces, creemos que huyeron despavoridos al ver esas avalanchas de gente.
Regresamos y estuvimos evaluando si pagar o no la entrada para ver el cajueiro, aunque la verdad es que ya que estábamos ahí, no podíamos no ir. Por la noche nos fuimos a buscar un lugar para comer… anduvimos y anduvimos hasta que encontramos una pizzería. Regresamos con la idea de levantarnos temprano e ir al cajueiro antes de abandonar el lugar.
Parte del cajueiro, visto desde dentro |
Dicho y hecho, bien temprano en la mañana nos fuimos directos al cajueiro. Tiene también un pequeño museo con bastante información. Además, asistimos a una visita guiada (en portugués, pero como somos así, luego acribillamos a preguntas). Este árbol ocupa una superficie de 8.500 m2; debido a una mutación genética natural cuando una de sus ramas toca el suelo, echa raíces y sigue creciendo. Cerca había un árbol de la misma especie, centenario, que parecía raquítico a su lado. También hay una plataforma desde la cual se puede observar el árbol desde arriba… parece un pequeño bosque en medio del pueblo. Aún emocionados por la visita, fuimos a recoger las mochilas y nos dirigimos hacia el bus para volver a Natal y, de ahí, a nuestro siguiente destino: Pipa.
Información que te puede interesar:
* ¿Cuándo fuimos?: Primera semana de octubre de 2012
* Bus de Jericoacoara a Fortaleza (con transbordo en Jijoca)
– 6 horas y media
– 42,80R / persona
* Buses urbanos de Fortaleza
– 2R / persona
* Bus de Fortaleza a Natal
– 79,06R / persona
* Bus de Natal a Pirangi do Norte
– 1 hora
– 2,80R / persona
* Entrada al Cajueiro
– 4R / persona
* Alojamiento Hotel Posada Praias Belas
– Habitación doble con baño privado y balcón
– 70R / noche
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Un comentario
Hola Javita y Oscar, me encantó poder viajar a la distancia con vosotros por estos sitios. Impresionante lo del árbol tal como lo describen y la foto. Gracias por seguir publicando vuestras peripecias y poder acompañarlos.