Llegamos a Pipa después de haber tenido que tomar varios buses: de Pirangi do Norte a Natal, de ahí a Goianinha y, por fin, a Pipa. Cuando nos bajamos en nuestro destino final ya empezaba a atardecer y, obviamente, no teníamos alojamiento reservado. Oscar había visto un hostel no muy caro, pero como no encontramos mapa de Pipa en ninguna parte, no teníamos idea de donde bajarnos. Le preguntamos al cobrador de pasajes, pero no tenía idea de dónde estaba el hostel al que queríamos ir (ni nombre ni calle). Decidimos bajarnos en el centro y empezar a caminar, una vez más con las mochilas a cuestas, en busca de un lugar donde pasar la noche.
Después de preguntar en un par de lugares, nos decantamos por uno en el que por poca diferencia podíamos quedarnos en una habitación doble con baño privado (seguíamos sintiendo que era todo un lujo). Dejamos las mochilas y fuimos en busca de un supermercado para comprar cosas para la cena y para el desayuno.
Cenamos y decidimos ir a pasear un poco por el pueblo. Lo que más nos sorprendió fue la cantidad de argentinos que había. El pueblo, para ser tan turístico, es muy bonito. Tiene una calle principal, con iluminación tenue por la noche, llena de restaurantes, bares, etc. Pasado eso… no hay nada.
– Praia dos Golfinhos –
La Bahia dos Golfinhos. |
A mediodía fuimos a la famosa praia dos Golfinhos. Pipa es conocido por tener una playa donde van delfines salvajes, así que nos encantó la idea de verlos en su hábitat sin tener que pagar entrada como si fuera un espectáculo. Después de empezar el paseo por la costa, para llegar a esa playa, nos encontramos con varias personas ofreciendo hacer paseos en barco para ver a los «golfinhos» (delfines) nadando libremente. Decidimos ir a averiguar primero cómo era el tema, antes de contratar nada.
Llegamos a la playa, donde había algunas personas bañándose y un par de barcos, llenos a reventar. Desde la orilla pudimos ver algunos delfines saltando,bastante cerca de la orilla. Nos bañamos y disfrutamos de ese espectáculo natural. Creemos que fue una buena decisión no haber contratado el barco porque, si bien es cierto que a veces están en lo profundo, estuvieron menos tiempo cerca de los barcos que cerca de la orilla.
Cuando los delfines tocaron retirada, nos fuimos a pasear por la orilla hasta unos acantilados impresionantemente bellos. Luego, regresamos, ya que si vas caminando es muy importante tener en cuenta las horas de marea alta, que podrían impedir que continuaras por la orilla. Volvimos al hostel, comimos algo y dormimos una buena siesta. Los viajes en bus del día anterior nos habían agotado.
Paseando por las paradisiacas playas de Pipa |
Al día siguiente, después de un rico y abundante desayuno (jugo, frutas frescas: piña y mango, aguacate, huevos revueltos, queso, jamón, pan, té… todo preparado por nosotros), nos fuimos de nuevo a la praia dos Golfinhos. Estuvimos un buen rato en el agua, viendo cómo esos simpáticos animales volaban en busca de su comida, a veces pasaban tan cerca de la gente que parecía que se les iban a caer encima. En un momento, pasaron 4 delfines a unos 5 metros de distancia de donde estábamos nosotros dos. Fue una sensación indescriptible notar la energía de los delfines nadando en libertad.
Por la tarde, paseamos por la praia do Amor, donde a pesar del mal tiempo, había varias personas haciendo surf. Dicen que tiene forma de corazón (y de ahí ese nombre) pero nosotros no la supimos ver. Volvimos caminando por la playa hasta el centro y nos fuimos a cenar al hostel, por la noche nos dedicamos a buscar una heladería y… ¡sorpresa! Encontramos una donde vendían el helado a peso. Coges una tarrina y te pones la cantidad que quieras de los sabores que quieras; pagas según lo que pese. Nos pareció una idea sensacional.
– Tibau do Sul –
«Por do Sol» junto a la laguna |
Nuestro último día en Pipa lo dedicamos a organizar un poco el viaje y a descansar, después de un buen desayuno, por supuesto. Por la tarde nos fuimos a Tibau do Sul, donde nos habían dicho que se veían unos atardeceres espectaculares desde la creperia que hay en un hotel junto al lago. Nos subimos al bus, llegamos al pueblo y nos fuimos en busca de ese hotel. Como no recordábamos muy bien el nombre y ya se estaba haciendo tarde, decidimos verlo desde una caseta abandonada que creemos que era un centro de información por los papeles que había en su interior. Sea desde donde sea, un atardecer siempre es bonito.
* ¿Cuándo fuimos?: Primera semana de octubre de 2012
* Bus de Natal a Pipa (con transbordo en Goianinha)
– 2 horas
– 22,20R / persona
* Bus de Pipa a Goianinha
– 40 minutos
– 40 minutos
– 3R / persona
* Alojamiento Hostel Media Veronica
– Habitación doble con baño privado
– 40R / noche
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