La vida es una película en la que tú eliges si ser el protagonista o un mero espectador.

Rio de Janeiro

De Belo Horizonte nos fuimos a Rio de Janeiro, con muchas ganas de volver a la costa. Llegamos muy temprano, así que esperamos unas horas a que fuera una hora prudente para ir a casa de otro couchsurfer, Rafael, quien nos recibió con los brazos abiertos. Dejamos las cosas en su casa y nos ubicamos en la zona donde vive. Ese día lo dedicamos a ponernos al día, conocernos un poco más y escuchar todo lo que esta hermosa persona tenía por contar.
Nos contó, por ejemplo, que la remodelación del estadio de Maracaná y alrededores está valorada en unos 1.000 millones de reales. Además de la remodelación del estadio para el mundial, entre otras cosas quieren construir un aparcamiento de 2.000 plazas y, para ello, deben derribar instalaciones deportivas en uso y construidas para los juegos Panamericanos (en 2007). También hay piscinas donde la gente mayor hace ejercicio, pistas de atletismo y hasta un colegio (el mejor colegio púbico de Brasil, teniendo en cuenta que, según nos contaron, los colegios públicos no son nada buenos).
Respecto al tema del crack, comentaba que ahora se le da mucha publicidad pero que en realidad no se sabe con seguridad si hoy día es mucho peor que hace 5 o 10 años. Hay una gran polémica respecto a si es conveniente internar a los drogadictos o no, ya que sólo es posible por orden judicial o médica y sigue existiendo la duda de qué pasará con ellos después de la rehabilitación.

– Niterói –
Al día siguiente nos fuimos los tres a Niterói, donde él tenía compromisos. Nos subimos al bus y pudimos disfrutar de unas preciosas vistas de la ciudad, y del peñasco Pão do Açúcar. No es un recorrido turístico y, en realidad, éramos los únicos extranjeros. Lo pudimos deducir por las miradas atónitas que se posaron sobre Javita cuando se arrimó a la ventana a tomar fotos. Eso pasa en todas partes del mundo, estás tan acostumbrado a pasar por delante de lugares bonitos que no les prestas mayor atención, como quienes viven al lado de la Sagrada Familia, en Barcelona. Si pasas cada día por ahí, varias veces al día, tienes que hacer un esfuerzo para parar y contemplarla, acaba formando parte del paisaje habitual.
¿Es un OVNI? ¿Es el MAC?
En fin, llegamos a Niteroi, donde nuestro nuevo amigo se fue a cumplir sus obligaciones y nosotros nos fuimos a pasear por la orilla del mar. A lo largo de un buen trecho, se observa, al fondo, Rio. Llegamos al Museu de Arte Contemporànea (MAC), proyecto del arquitecto Niemeyer, que tiene el aspecto de un OVNI. No entramos porque nos pareció cara la entrada y no teníamos el tiempo suficiente. Para que os hagáis una idea, Niterói podría ser la Benidorm de Rio, con toda la costa flanqueada por altos edificios cuadrados no especialmente atractivos. Mientras nos dirigíamos al Museo, pudimos observar algunos apartamentos de esos horribles edificios… grandes ventanales, espaciosos apartamentos, algunos parecían más bien exposiciones de muebles.
Ya era la hora de comer, así que nos pusimos a buscar algún lugar donde llenar los estómagos. No encontrábamos nada, hasta que llegamos a la zona universitaria y entramos en un bar de barrio. Fue nuestra salvación.
Después de ese breve paseo, nos encontramos con Rafael de nuevo y nos fuimos caminando al puerto, para regresar en ferry. Pasamos por una favela, de la que nos contó que seguramente la sacarán de ahí para construir edificios puesto que la zona se ha revalorizado mucho en poco tiempo. A las familias que viven en las favelas les cambian el terreno donde viven (en casas construidas por ellos mismos) por pisos a unos 50km de su residencia actual; el mayor problema es que en las casas viven familias enteras, varias generaciones, y les dan pisos de 40 m2. También pasamos por delante de varios pisos en construcción para la universidad. Esa zona, la de Boa Viagem, pasó de no haber nada a ser la zona más cara de Niterói debido a la construcción del MAC.
Por la pacificación de las favelas, muchos «jefecillos» se fueron a Niterói y, por tanto, el índice de criminalidad aumentó mucho. Una persona nos contó que los niños de su favela antes iban con pistolas, pero que ahora usan escopetas. Niños. No hace falta añadir nada más.
Apenas había gente en el ferry. Nos contaron que antes eran lentos, pequeños y también transportaban coches, pero con la construcción del puente (de 13 km, por el que fuimos en bus) los ferrys ya no transportan coches. Fue buena idea no solo por acercarnos a Rio por el mar y poder contemplar, más de cerca el skyline, si no también porque nos dejó en pleno centro, donde edificios históricos se mezclan con modernos, a veces de forma armónica, otras veces de forma horrorosa.
– Samba na rua: Pedra do sal –
Al día siguiente, nos cambiamos de casa. Nuestro amigo se tenía que ir, pero encontramos otro couchsurfer que también nos acogió en un momento de máxima demanda pues era el encuentro anual de Couchsurfing en Rio. De Vila Isabel pasamos a Botafogo, dejamos las cosas en casa de Eddie y nos fuimos con él y otro couchsurfer al primer evento: Samba na rua, en la Pedra do Sal, donde también pudimos disfrutar de nuestra primera feijoada en Rio.
Escuchando Samba en Pedra do Sal
Lloviznaba un poco, cogimos el metro hasta la parada Uruguaiana, luego fuimos caminando hasta la Pedra do Sal. Llegamos a la plaza y nos quedamos mirando y disfrutando de un pequeño grupo que tocaba samba en directo. La gente parecía animada, aunque no bailaban mucho. Entramos en un pequeño establecimiento y comimos la feijoada (se pagaba por peso, según la cantidad que te pusieras en el plato) y volvimos a salir. Pedimos un par de cócteles y seguimos disfrutando del ambiente, cada vez más animado, cada vez más lluvioso. Era increíble la energía del lugar, a pesar de la lluvia y de que la gran mayoría no tenían paraguas ni impermeables, nadie se fue, de hecho llegó más gente aún. Fue una sensación maravillosa la de estar bailando bajo la lluvia a un ritmo tan emocional.
Empezamos en la plaza, que está en la parte baja de una calle que tenía una escalinata. Javita subió para poder observar con más detalle ese espectáculo, una pequeña multitud bailando y sintiendo el ritmo de la música. Luego se unió Oscar, nos pusimos a bailar, sin importarnos lo más mínimo no saber los pasos y sin dar mayor importancia a que estuviéramos totalmente empapados. Poco a poco se nos fueron uniendo el resto del grupo: Eddie, Paulo, Hazel (una inglesa que vivió en Jaén y quien tenía un divertido acento andaluz), etc. ¡Fue increíble!
– Alemão y centro –
Al día siguiente nos fuimos a otro evento organizado por Couchsurfing. En el metro nos juntamos con más personas que también iban al Alemão (un complejo de favelas pacificadas un par de años atrás). Lamentablemente, nadie hablaba otro idioma que no fuera el portugués y, claro, cuando se juntan muchos que hablan el mismo idioma la tendencia es dejar de hablar despacio.
Favelas del Alemao desde el teleferico
Llegamos a lo alto del teleférico, pasando por encima de las favelas (que, todo hay que decirlo, desde nuestro punto de vista tenían mejor aspecto que las que vimos en Medellín). Parecía más organizado, las construcciones son de ladrillo, algunas tienen piscina (de obra o de plástico) y hasta barbacoa. Cierto que no tienen un orden muy claro, pero tampoco lo tiene el barrio gótico en Barcelona.
Cuando llegamos a la cima, nos dijeron que sólo teníamos 30 minutos. Nosotros pensábamos que recorreríamos un poco la favela para hacernos una mejor idea de cómo era, pero resultó que no. Apenas nos dio tiempo para comprar un delicioso «pastelão» (tipo empanadillas fritas, a lo grande). Una vez en el teleférico, decidimos separarnos del grupo ya que iban a una iglesia y a comer. Nosotros preferimos ir al centro y recorrer algo de la ciudad ya que, de lo contrario, nos iríamos sin apenas haberla caminado. También debíamos aprovechar que era día laborable y, por lo tanto (según lo que nos habían dicho), más seguro.
Theatro Municipal
Visitamos la Igreja de la Candelaria, pasamos por la Confeitaria Colombo (preciosa por dentro), que se encuentra en la Rua Gonçalves (paralela a Rio Branco). Seguimos por la Avenida Rio Branco hasta llegar al Museu Nacional de Belas Artes, al Theatro Municipal (visitas: 10R) y un poco más adelante, en la misma plaza, la Biblioteca Nacional.
Pasamos tambien por la Praça XV, el Paço Imperial, Igreja N.S. do Carmo, y la Igreja da Santa Cruz dos Militares (una iglesia templaria que tenía en el altar la bandera de España junto con la de Brasil).
Cansados de tanto paseo, volvimos a nuestro hogar temporal y acordamos con nuestro anfitrión ir al día siguiente a otra de las actividades de Couchsurfing: comer feijoada.
– Decepcionante encuentro en Escuela de Samba –
En tren, llegamos al Mercado Madureira, donde nos habían dicho que podíamos encontrar cosas típicas de Brasil. No vimos nada que no hubiéramos visto antes, salvo que vendían cabras (vivas), entre otros animales. Después de pasear, como aún nos quedaba tiempo, nos fuimos a comer un «petisco» (aperitivo) en un pequeño bar que encontramos. Pedimos dos bolinhos de bacalhau y una cerveza.
Luego nos reunimos con el resto del grupo y fuimos a la Escuela de Samba Imperio Serrano. Quizás nuestras expectativas eran demasiado elevadas o quizás no tuvimos la paciencia necesaria, pero aparte que nos pareció bastante caro (y algunos brasileños también compartieron nuestra opinión), la música en directo duró muy poco y fue más el rato que un hombre, en el escenario, hablaba por el micro, sin que nadie le prestara atención y sin que nosotros, que nos esforzábamos por entender de qué hablaba, pudiéramos entender una palabra. Nos sentamos con el resto de españoles que conocimos en el tren, con los que tampoco podíamos hablar mucho porque el volumen estaba tan alto que apenas nos escuchábamos. Nos fuimos todos un poco decepcionados, aunque nosotros felices por haber podido hablar en nuestro idioma materno.
– Ipanema / Urca –
Nos despertamos temprano para ir a recorrer partes de la ciudad que aún nos eran desconocidas. Fuimos la parada de bus y un chico nos ofreció ayuda y guía. Decidimos ir a la Lagoa Rodrigo de Freitas.
Uno de los deportes que se practican en la laguna

Esta laguna tiene un perímetro de 7,2km, es de agua salada y tiene 2 islas, ambas transformadas en clubes privados; antes de los colonos, los indios tupinambá la llamaban Sacopenapá, pero después se le cambió el nombre en homenaje al portugués que hizo fortuna con su hacienda de caña de azúcar cerca de la laguna en el siglo XVI. A lo largo del siglo XIX, algunas fábricas dejaron la zona bastante fea y contaminada, pero en el siglo siguiente empezó el proceso de revitalización del lugar. El agua aún no es apta para el baño, pero hay algunos peces y a veces se ven garzas.

Bordeamos la laguna hasta llegar a una calle que separa el barrio de Leblon del de Ipanema. Y llegamos a famosa playa de Ipanema… llenísima de gente! Habían cerrado al tráfico la avenida y ésta había sido invadida por gente corriendo, en patines, monopatines, paseando o en bici. La playa también estaba a rebosar, varios grupos jugando al voley o al futvoley.
Vista de la Playa de Ipanema

Llegamos hasta la Pedra do Arpoador, donde termina la playa y desde donde pudimos observar lo larga que es ésta. Fuimos a comer los bocatas que teníamos preparados al parque Garota Ipanema (nos pareció bastante deprimente por la gente que había allí reunida), en el que vimos un pequeño altar en una roca, era una virgen rodeada de estrellas a la que algunas personas fueron a rezar.

Quedamos con nuestro anfitrión en Urca, un barrio residencial de Rio desde el cual se accede al Morro da Urca, un mirador que es la primera parada para ascender al Pão de Açúcar. A este mirador se puede ascender caminando (como hicimos nosotros) o en bondinho (teleférico). Nos reunimos con nuestro anfitrión en el camino de acceso al parque y empezamos el ascenso, primero por un camino empinado de piedras y después más plano hasta llegar a una bifurcación. Nos fuimos por la izquierda, parecía más la entrada a un bosque.
Subida al Morro de Urca. Mas allá, el Pan de Azucar

El acceso no fue muy fácil porque, debido a las lluvias, el suelo estaba resbaladizo. Los primeros 30-40 minutos de ascenso no fueron tan complicados y era muy bonito, necesitábamos ese contacto con la naturaleza.

Llegamos hasta la primera parada del teleférico, desde donde se puede ver gran parte de Rio: Botafogo-Flamingo, la parte del centro, con el aeropuerto y el larguísimo puente al fondo, y, al otro lado, Niteroi.
Hay una pequeña isla que, según nos contaron, fue donde empezó Rio, el primer asentamiento francés. En la parte de la «ilha fiscal» se asentaron los portugueses. El primer asentamiento tardó bastante llegar por causa de la oposición indígena, de la cual se dice que hasta se comía a los franceses. Con la llegada de los portugueses, al aliarse con los indígenas, expulsaron a los franceses.
Desde ahí también se ve el Pao de Açucar y, si el día no está nublado, el Cristo Redentor. 
Al Cristo Redentor no llegamos a ir puesto que los días que teníamos pensado subir había demasiadas nubes y no se veía nada. Al final nos quedamos con las ganas, pero debiamos continuar con nuestro viaje.
Por supuesto, queremos agradecer tanto a Rafael como a Eddy su hospitalidad y su ayuda en todo momento y desde aquí les mandamos un abrazo.

Información que te puede interesar:

* ¿Cuándo fuimos?: mediados de noviembre de 2012

* Bus de Belo Horizonte a Rio de Janeiro:

– 7h
– 75,50R / persona
* Bus de rodoviaria a Vila Isabel (casa de Rafael):
– 45 minutos
– 2,75R / persona
* Bus de Rio a Niterói:
– 40 minutos
– 5,75R / persona
* Ferry Niterói a Rio:
– 15 minutos
– 4,50R / persona
* Tren integrado Central + teleférico:
– 5,80R / persona
* Teleférico de regreso:
– 1R / persona
* Bus de Botafogo a Lagoa Rodrigo Freire:
– 2,75 R / persona
* Bus de Copacabana a Urca:
– 2,85R / persona

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