Nuestra primera impresión, después de haber pasado los últimos días en lugares donde parecía que el tiempo se detenía, fue de caer en una ciudad total y absolutamente caótica. Nada más bajar del bus nos abofeteo el calor y los gritos de los vendedores de pasajes que competían en agresividad. Nos informamos de los buses a Salta, para cuando quisiéramos volver, y nos despedimos con tristeza de Núria.
Comimos en uno de los restaurantes más baratos que encontramos. Lo más curioso fue que, al pagar, no nos querían aceptar el billete de 100 pesos por ser tan nuevo que ni ellos lo conocían (cuando nosotros fuimos estaban expidiendo nuevos billetes de 100 pesos, aunque lo que deberían hacer es renovar los de 2 pesos, que hay que cogerlos con pinzas). No aceptaron nuestro billete como forma de pago, pero sí nos lo pidieron para enseñárselo a más gente.
Luego nos dirigimos al mercado, que es de donde salen los remises (taxis colectivos) a Yavi. Después de un rato esperando, llegó otro chico que también iba a Yavi. Hay que estar atentos porque nos pasaron 2 furgonetas por delante, susurrando algo inaudible, y resultó que iban para allá.
Nos subimos en un coche, junto con ese chico, acordando el precio de antemano (ya nos habíamos informado previamente en el restaurante). El trayecto es corto pero hermoso, preside todo el recorrido una montaña de líneas horizontales que es espectacular.
Calle «principal» de Yavi |
Llegamos a Yavi, el pueblo fantasma. Al menos tenía un puesto de información donde nos dieron un mapa e información sobre alojamientos baratos. Preguntamos en todos los que vimos abiertos (algunos estaban cerrados por obras, otros tenían carteles de que volvían a las 14h y eran pasadas las 15h pero seguían cerrados, …). Al final de la calle preguntamos por unas cabañas, aunque presuponíamos que se iba de presupuesto. Después de una suave negociación, nos bajaron el precio a la mitad (renunciando al desayuno) así que allí nos quedamos.
Fuimos al mirador, que está a pocos metros de las cabañas de Yavi, precioso. De ahí, seguimos caminando por otra calle y llegamos a la iglesia y a la Casa del Marqués, ambas cerradas.
-Frustrante camino a las pinturas rupestres y los petroglifos-
Oscar, escoltado por la perra negra. |
Después de desayunar y lavar ropa, emprendimos el camino a las pinturas rupestres y los petroglifos siguiendo el río. Fuimos todo el camino escoltados por una bonita perra negra. Seguimos las flechas amarillas hasta que ya no encontramos ninguna y lo único que quedaba era trepar por las montañas, así que nos quedamos con las ganas.
A pesar de no haber encontrado lo que buscábamos, el camino mereció la pena. Es realmente bonito.
-Frontera con Bolivia-
Al día siguiente, después de desayunar, nos cambiamos a otra habitación más económica. David, el encargado del hostal-cabañas, nos indicó qué camino seguir. No tiene ninguna dificultad, salvo pasado un buen rato, cuando no tienes idea de hacia donde hay que ir.
¡A eso llamo yo una pared! |
Los paisajes, allá donde se mire, son espectaculares. De fondo hay una especie de pared parecida al cañón del colorado, más pequeña. Cerca de esa «pared» se encuentra Yavi Chico.
Seguimos por el caminito hasta llegar a un pueblo formado por cuatro casas. Probamos varias posibles rutas, hasta que nos decidimos por la única que parecía tener continuación: el río. En realidad, bajamos por una especie de vertedero y de ahí accedimos al río, que a esa altura no llevaba agua.
La misma perra negra del día anterior nos estuvo acompañando todo el camino. Por suerte llevábamos mucha agua, pues como no encontrábamos agua por ningún lado, le dimos un poco a la perra.
Esto es… Bolivia |
Subimos por un lateral del río, hasta arriba. Según el GPS estábamos en la frontera con Bolivia, es decir, el pueblito que veíamos en el valle ya formaba parte de otro país.
Decidimos regresar porque el cielo se estaba empezando a cubrir de nubes oscuras y no queríamos que nos pillara la lluvia ahí.
El camino de regreso resultó más fácil. Llegamos a una carretera y solo tuvimos que seguirla. Nos habían recomendado ir a Yavi Chico, así que hacia ahí dirigimos nuestros pasos. Lo más bonito es el camino, más que el pueblo que no tiene nada interesante.
Regresamos a Yavi y descansamos un rato. Por la noche, como ya teníamos cena comprada y preparada, no nos apuntamos al asado que había organizado David, pero sí compartimos mesa y una agradable velada. Fue ahí donde nos enteramos de la existencia de un grupo llamado «Tupac Amaru» que se dedica a hacer acciones sociales (construcción de viviendas, entre otras obras) pero también se caracterizan por el uso de la violencia.
Antes de ir a dormir, volvimos a salir como cada noche a ver las estrellas.
-Museo-
Al día siguiente, por la mañana, fuimos a la «Casa del Marqués«, una antigua casona que perteneció al único marquesado que existió en Argentina. Recorrimos la casa, convertida hoy día en museo histórico, que exhibe también muebles y decoraciones de la época.
Después recogimos las mochilas y nos despedimos de Yavi, un diminuto pueblo que nos robó el corazón. Aunque son solo un puñado de calles, los alrededores y el ambiente, hacen de éste un lugar increíble y maravilloso en el que se pierde el concepto de tiempo. Uno puede pasar horas y horas contemplando el paisaje, siempre igual, siempre distinto. Es un destino que, siempre que nos han preguntado por el norte de Argentina, recomendamos enérgicamente.
No hubo peor contraste que dirigirnos a la Quiaca, donde pasamos un extremadamente largo día recorriendo sus calles. Aunque caminamos bastante, debemos reconocer que no tiene mayor atractivo. Pero era caminar o morir de aburrimiento.
-Trayecto de La Quiaca a Salta-
Compramos pasajes en un bus nocturno, y después de pasar todo el día en una ciudad nada interesante, lo único que queríamos era subirnos al bus y descansar. El asiento que le tocó a Javita estaba roto, no se reclinaba. Informamos al personal de la compañía (Flechabus) y, a pesar de haber pagado bastante dinero por asientos cama, su respuesta fue que nos podían devolver el dinero y compráramos pasaje para otra hora. Era el último nocturno y nos tocaría hacer noche ahí… solo queríamos irnos. Tenemos que resaltar que la atención del personal de esa compañía ante esa situación fue lamentable.
Decidimos subirnos al bus e intentar buscar una solución ya en trayecto. Resultó que el bus no estaba lleno, así que al poco de empezar el recorrido, nos cambiamos de asientos. Si hubieran comprobado si quedaban asientos libres, como les pedimos, nos hubiéramos ahorrado todos un mal momento.
En fin, con asientos en correcto estado, nos acomodamos y dormimos. Nuestro descanso (junto con el del resto del bus) duró unas escasas 2 horas. De repente, subió un policía que, a gritos, nos instó a bajarnos del bus con todo nuestro equipaje, incluido el que estaba en bodega. Nos separaron en dos filas: hombres y mujeres y revisaron documentación y equipaje.
A pesar de que las instrucciones de los policías eran claras y que, como es normal, no tenían una actitud muy amistosa, hubo mujeres que no recogieron el equipaje en bodega, a lo que la policía les advirtió que de no hacerlo, lo requisarían. Lo más increíble fue que, aunque los policías hablaban a gritos, aún quedaba gente durmiendo en el bus.
Javita habló con una señora que hacía frecuentemente este recorrido y le comentó que era habitual este tipo de controles. Hay 3 en todo el trayecto desde La Quiaca a Salta y éste, por suerte, era el último. A veces, a un mismo bus lo paran en más de un control.
Después de todo este show, volvimos al bus y dormimos a pierna suelta hasta Salta.
* Bus de Iruya a Humahuaca:
– 3 horas
– 33 AR$ / persona
* Bus de Humahuaca a La Quiaca:
– 3 horas
– 32 AR$ / persona
* Remis (taxi colectivo) de La Quiaca a Yavi:
– 20 minutos
– 10 AR$ / persona
* Alojamiento en Yavi:
– Hostal Yavi
– Cabaña (wc privado, cocina privada): 100AR$ / noche (precio negociado)
– Habitación doble, wc compartido, cocina compartida: 80AR$ / noche
* Entrada al Museo:
– 5 AR$ / persona
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