El autobús en el que nos subimos estaba bastante destartalado, los conductos del aire estaban rotos, por lo que salía el aire acondicionado a presión, el asiento de Oscar estaba también roto e iba recibiendo golpecitos constantes con cada movimiento del bus.
Cargados con las mochilas y esquivando como podíamos los charcos, llegamos al hostel que, según los de información turística, era el más barato y nos fuimos a cenar. En el restaurante conocimos a dos españoles, Andrés y Josu, con los que entablamos conversación y nos unimos a ellos para tomar unas cervezas en el hostel donde se alojaban. Nos encantó el suyo.
Volvimos a nuestro hostel sobre las 00h y ahí nos encontramos con la sorpresa de que estaba cerrado, nadie en recepción, la puerta de la cocina cerrada… estuvimos golpeando la puerta pero nadie salió a nuestro encuentro. Probamos suerte con una de las puertas que daban al jardín trasero y se abrió. Luego comprobamos que tuvimos mucha suerte porque era la puerta de una habitación privada… y no había nadie.
Nos despertamos temprano, desayunamos y dejamos preparadas las mochilas listos para irnos en el bus de las 11.30h dirección a Salta. Eso no nos dejaba mucho tiempo para visitar las ruinas, así que nos fuimos lo más rápido posible.
Preguntamos por la visita guiada y nos dijeron que en 10 minutos empezaba, así que fuimos a ver el museo. Puntuales, salimos y nos dijeron que en 10 minutos empezaba… Esa frase se repitió un par de veces más. Iba llegando más y más gente. Los dos últimos fueron Andrés y Josu.
Sin saber muy bien cómo, decidimos irnos al día siguiente y, además, hospedarnos en el mismo lugar que ellos esa noche. Por casi el mismo precio teníamos habitación privada con baño privado.
Una de las puertas de La Misión |
El recorrido por las ruinas fue muy interesante, el guía era guaraní, e incluso a veces hablaba en esa lengua… o eso decía él, a saber. Nos explicó cómo era la forma de vida y la organización de los nativos y los jesuitas, su alimentación y su organización jerárquica entre otras cosas. La visita duró una hora, pero nos quedamos 1 hora más después, tomando fotos, investigando por nuestra cuenta. En total estuvimos 2 horas y media.
Comimos y cenamos juntos, como una gran familia. Fue muy agradable encontrarnos con ellos. Después de cenar, vimos la película «La Misión», todo un clásico que trata de lo que acabábamos de ver, de donde estábamos en ese momento. Veíamos la película en el ordenador de un chico alemán que estaba con nosotros (en inglés con subtítulos en alemán) y la escuchábamos en nuestra tablet (en nuestro castellano). Después nos fuimos a dormir, que el día siguiente iba a ser duro.
(En estas primeras publicaciones de Argentina apenas hay fotos puesto que perdimos la cámara en la que estaban la mayoría de las que habíamos hecho desde que entramos en el país).
* 62 AR$
– Entrada San Ignacio Miní
* 60 AR$ extranjeros, 50AR$ sudamericanos
– Adventure Hostel
* Habitación doble, baño privado, desayuno
* 129 AR$
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