La vida es una película en la que tú eliges si ser el protagonista o un mero espectador.

San Juan – Ischigualasto o Valle de la Luna

Desde Cafayate, nos informaron que la mejor forma para llegar a Valle Fértil era pasando por San Juan, por lo que desde Cafayate nos fuimos a Tucumán y de ahí a San Juan. En realidad parece que hay una forma más directa, yendo por La Rioja, pero no nos arrepentimos de haber tomado ésta.

El recorrido desde Cafayate tiene algunas curvas, pero es espectacular. Predominaba el verde por todas partes. De repente, apareció una pequeña bruma que, rápidamente, se convirtió en una espesa niebla que lo cubría todo, incluyendo la carretera por donde viajábamos. Al cabo de poco tiempo, tal como vino… desapareció.

Bruma de camino a Tucuman

No sabemos en qué momento nos dormimos los dos, pero por suerte uno de nosotros abrió un ojo y vio que había cola para bajar del bus. Habíamos llegado a nuestra parada de tránsito: Tucumán. Recogimos las mochilas, fuimos a averiguar cómo ir a Valle Fértil y nos dijeron lo mismo, debíamos ir a San Juan.

Como apenas había diferencia de precio respecto de un bus normal, en esta ocasión nos fuimos en bus-cama. Eso sí, escogiendo los asientos del medio. Después de cenar, dimos una vuelta y esperamos a que llegara el bus. Ya era de noche.

Nos acomodamos en nuestros asientos, satisfechos por la elección pues tuvimos suerte y no se sentó nadie detrás de nosotros. Decimos por suerte, ya que si reclinábamos nuestros asientos no cabría nadie detrás. De esta manera pudimos ir durmiendo todo el camino.

-San Juan-

Bajamos del bus y una bofetada de calor nos azotó el cuerpo. Fuimos a un ciber para buscar direcciones de hostels. No habiamos hecho nuestros deberes. Apuntamos algunas y empezamos nuestro duro peregrinaje cargados con las mochilas bajo ese calor asfixiante.

Llegamos al primero de nuestra lista, pero resulta que como no tenían reservas para ese día, habían cerrado. Bueno, quizás deberíamos decir que ya era 24 de diciembre. Seguimos nuestro camino. Pasamos al segundo de la lista, pero tampoco fue el elegido ya que no habían actualizado los precios en la web y los habían aumentado exageradamente.

Entramos a otro y nos gustó. Claro que tampoco teníamos mucho más ánimo de seguir caminando. Tuvimos suerte porque uno de los dueños había vivido varios años en España y nos hizo una pequeña rebaja. Nos dieron la habitación que estaba al lado de recepción. Era un dormitorio, pero como no había nadie más estuvimos solos. Al principio no nos gustó mucho que estuviera al lado de recepción, porque se oía el teléfono, la gente entrando y saliendo… pero resultó ser la mejor habitación ya que, con nuestro presupuesto, solo podíamos aspirar a una habitación con ventilador pero en recepción tenían el aire acondicionado al máximo, así que dejábamos abierta la puerta y nuestra habitación se mantenía fresquita.

Más tarde nos enteramos que en esos días había una ola de calor que estaba azotando el país. Ese día en concreto, estábamos a 46º… ¡cuarenta y seis grados! Y eso, acompañado de muchos mosquitos.

Apenas llegamos, dejamos las mochilas y nos fuimos al supermercado antes de que cerraran, pues era 24 de diciembre y la gente tiene la manía de celebrar la Nochebuena.

Después de descansar un poco por la tarde, preparamos algo de comida para la noche, ya que los del hostel nos habían invitado a cenar con ellos. Compartimos nuestra primera Nochebuena de viaje con gente muy rara. Entre ese heterogéneo grupo, había un chico que se pasaba las 24 horas jugando en el ordenador, le faltaban dientes y tenía el pelo extremadamente grasiento… resultó que le apasionaba la política, así que dado que con el resto de gente (todos hombres) no era posible tener una conversación mínimamente decente, nos pasamos mucho tiempo hablando de política con él. Estuvimos esperando a que llegara un par de personas más, estábamos muertos de hambre pero nos acabamos sentando a la mesa a las 23h. Más tarde llegó un señor borracho que parece que se enamoró de Oscar porque no paraba de abrazarlo.

En resumen, mientras hablábamos con el chico raro sobre política, algunos otros fueron a tirar petardos desde el balcón y, de fondo, la música a todo volumen como si estuviéramos en una discoteca. Fue una nochebuena interesante.

Dimos por terminada esa escena surrealista y nos fuimos a acostar. Por suerte el ruido del ventilador en nuestra habitación amortiguaba un poco el griterío y el volumen de la música.

-San Agustín del Valle Fértil / Parque ISCHIGUALASTO-

De San Juan nos dirigimos a San Agustín del Valle Fértil, el lugar más cercano al parque Ischigualasto o Valle de la Luna, declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en el 2000. Es uno de los cementerios de dinosaurios más significativos del mundo.

Llegamos por la tarde, lo justo para encontrar alojamiento (todo bastante caro) y tours al Valle de la Luna o Ischigualasto, que para eso habíamos dirigido nuestros pasos hasta ahí. Nos costó encontrar un alojamiento que se adecuara a nuestras necesidades (vamos, que fuera barato). Al final acabamos en un hostel acogedor donde nos informaron sobre las opciones para recorrer el parque. Nos dijeron que el servicio de guía estaba incluido en la entrada del parque, por lo que no tenía mucho sentido que contratáramos uno por nuestra cuenta. Agradecimos mucho esa información y contratamos el transporte con ellos para el día siguiente después de comer.

Una vez en el Parque, fuimos a pagar la entrada. La diferencia de precio entre la entrada para nacionales y la de extranjeros nos pareció exagerada, así que nos pusimos los últimos para intentar “negociar” el precio. No nos parece mal que haya distintas tarifas pues entendemos que, muchas veces, lo que nos cuesta a nosotros (como europeos) conseguir 1€ es menos de lo que les cuesta en ese país ahorrar lo equivalente; pero en este caso la diferencia de precio nos pareció exagerada.

Se pueden elegir varios recorridos distintos, algunos a pie, otros en transporte. Nosotros elegimos ir con una van 4×4, porque así nos daría tiempo de ver más cosas en menos tiempo. Tened en cuenta que el horario de apertura del parque varía en invierno, así que comprobad los horarios antes de contratar y organizar vuestra visita.

Optamos por el circuito diurno tradicional, de unas 3 horas de duración (que abarca unos 40 km), en un transporte pequeño de unas 9 personas. El guía que, como nos habían dicho, estaba incluido en el precio de la entrada, se subió a un coche y nos fuimos detrás formando una pequeña caravana. Éramos 3 vehículos: el nuestro, un coche pequeño con dos chicas y otro donde iba el guía. La experiencia fue muy interesante.

Empezamos por el museo, para hacernos una idea de lo que íbamos a ver, lo cual nos pareció importante. Después empezamos por los fósiles, los más destacados fueron de vegetación, aunque también vimos algunos restos animales fosilizados. Con ese escenario y las explicaciones del guía, nos transportamos rápidamente a otra era, en la que de haber existido nuestra especie… nos hubiéramos sentido insignificantes.

Plantas fosilizadas en la roca

Pasamos por formaciones rocosas espectaculares, algunas tenían nombres: el hongo, el submarino, la cancha de bochas, el gusano, valle pintado… Parece mentira que ese paisaje se haya creado de forma absolutamente natural, fruto de la fuerza del viento y del agua. Una mezcla de colores y formas que nos transmitían unas sensaciones de paz, de unidad con la naturaleza, que resulta inexplicable.

Cancha de Bochas

El submarino

Aunque la mayor parte del recorrido fue sobre ruedas, cada pocos kilómetros nos parábamos para caminar por entre las formaciones. No encontramos mucha gente por el camino, nos cruzamos con un solo grupo.

Nos parece que la ruta que eligió el guía fue un gran acierto, pues aprovechamos la luz de la tarde para pasear por las formaciones y llegamos a las Barrancas Coloradas (una enorme y extensa pared rojiza) para el atardecer, justo cuando empezó a asomar la luna que, para colmo, parecía llena.

Barrancas Coloradas al atardecer

En la última parada, nuestro coche no quiso arrancar, así que algunos de los hombres se pusieron a empujar. Los otros coches se fueron, dejándonos solos y abandonados. Por suerte, después de empujar hacia adelante y hacia atrás varias veces, el todo-terreno arrancó y pudimos volver.

La mitad de nosotros tuvimos que empujar el coche

Ese día, por la mañana, nos dedicamos a descansar lo máximo que pudimos, pues nos esperaba un día ajetreado. Después de ese precioso paseo por el Parque del Valle de la Luna o Ischigualasto, nos subimos a un bus con destino a San Juan (sí, de nuevo) para, desde ahí, tomar otro para llegar a Mendoza para, por último, dirigirnos a Santiago de Chile.

Cruzando los Andes de camino a Chile

Solo dijimos “hasta luego” a este enorme país, que nos había robado una parte de nuestros corazones, pues fuimos a Santiago de Chile a pasar fin de año, con la familia de Javita. El mejor regalo de Navidad que podíamos pedir.


* ¿Cuándo fuimos?: última semana de diciembre, 2012

* Bus de Cafayate a Tucumán:
– 5 horas
– 124 AR$ / persona

* Bus de Tucumán a San Juan:
– 12,5 horas
– 435 AR$ / persona

* Alojamiento en San Juan:
– DG Hostel Peatonal
– Habitación compartida
– 55 AR$ / persona / noche (desayuno incluido)

* Bus de San Juan a San Agustín del Valle Fértil:
– 4 horas
– 62 AR$ / persona

* Alojamiento en Valle Fértil:
– Hostel Campo Base Valle De La Luna
– Habitación compartida

* Transfer Valle Fértil a Ischigualasto / Valle de la Luna:
– ida y vuelta, en van 4×4
– 160 AR$ / persona

* Entrada a Ischigualasto / Valle de la Luna:
– incluye guía y visita al museo
– 70 AR$ / persona (precio a nacionales, el precio a extranjeros es casi el doble)
– Revisad el precio actual, pues nos consta que han aumentado

* Bus de San Juan a Mendoza:
– 2,5 horas
– 80 AR$ / persona

* Bus de Mendoza a Santiago de Chile:
– 7 horas
– 320 AR$ / persona

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